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Restauración Templo de San Ignacio // Arquitectura

Proyecto: Restauración del Templo de San Ignacio 
Ubicación: La Candelaria, Bogotá, Colombia
Año: 2016 - 2018
Diseño y obra: Ernesto Moure ; Pablo Jaramillo
Empresa: Mourevieco S.A.S.
Fotografía y planimetría: Pablo Jaramillo 

Fotografía de la fachada principal del Templo de San Ignacio
El Templo de San Ignacio es una iglesia barroca ubicada en el centro histórico de La Candelaria, en Bogotá, Colombia. Fue construida entre los siglos XVII y XVIII. Su primera piera fue puesta en 1636. Es un referente de arquitectura colonial en el país y hoy tiene el privilegio de permanecer en pie, con rincones conservados y restaurados que permiten a la sociedad nutrir sus conocimientos culturales y además, ser un claro ejemplo de como edificios antiguos se ven afectados por su entorno directo e indirecto, y como debe comportarse el monumento para adaptarse a esos nuevos cambios que exige la época.
Levantamiento de la fachada principal del Templo.
La iglesia como conjunto es una joya arquitectónica para la ciudad de Bogotá, y más cuando se mira desde una visión detallada. En este caso, las molduras y cornisas exteriores, que aun conservan su forma gracias a la conservación y la recuperación de las mismas, están cubiertas de mortero de cal y arena, lo cual protege los ladrillos originales, permitiéndoles así respirar como material poroso que es. Eso en cuanto a técnicas de restauración, por otro lado, se pueden apreciar las tejas de las dos cúpulas presentes, elaboradas a mano especialmente para la restauración de la misma, cosidas y esmaltadas con colores que ofrecen una excelente gama cromática en combinación con el cielo azul.
Vista interior de la cúpula de la capilla de San José, en la zona posterior del Templo.
Una de las técnicas mas espectaculares, y cada vez más olvidadas por la sociedad, es la de la utilización de pinturas compuestas por un mortero de cal y arena, añadiéndole pigmentos naturales para conseguir el color deseado. Dicha técnica permite una mayor profundidad del color, al ser proveniente de un pigmento natural. La irregularidad de las superficies y la iluminación de las mismas dará efectos ópticos que son difíciles de explicar, pero que seguro despiertan el interés y el romanticismo en cualquier visitante. En esta imagen, se puede apreciar la linterna de una de las cúpulas interiores del Templo, donde se hace alusión al cielo azul con nubes, producto generado por el secado y posterior envejecimiento de la superficie.
Los dibujos y bocetos hechos a mano durante todo el proceso de obra, son fruto de un trabajo de observación y contemplación casi que infinito. Percibir la espacialidad del lugar y de los diferentes espacios que contiene una iglesia de estas características requiere despertar una sensibilidad extra y dedicar tiempo para ir conociéndolos. Aquí un par de fragmentos que permiten poner en evidencia las intenciones por comprender la composición y la estructura de la bóveda de cañón empalmada con la cúpula central por medio de pechinas que conservan pinturas del pintor Santafereño Gregorio Vázquez de Arce y Ceballos, que datan de 1629.
Durante la obra, se levantaron las diferentes capas de pisos existentes para explorar los diferentes cambios de niveles que había sufrido el Templo a lo largo de su historia. Se encontraron numerosas baldosas de barro cosidas con espesor de 4mm en perfecto estado de conservación, pues en esa época no contaban con cemento y estaban apenas puestas sobre un mortero pobre de arena, lo cual nos permitió utilizar este material para acentuar ciertos tapetes del diseño realizado para la restauración del primer nivel.
Planta general del Templo de San Ignacio. En él, se pueden apreciar los tapetes y las cenefas que acompañan los pasillos principales y secundarios de todo el recinto.
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